El miedo es una emoción universal. ¿Quién no lo ha sentido? ¿Quién es aquel o aquella que en determinado momento de su vida no se ha congelado ante una situación, una imagen o una experiencia? El miedo se define como “un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que va a suceder algo negativo, se trata de la angustia ante un peligro que, y eso es muy importante, puede ser real o imaginario. La relevancia de ese matiz estriba en que aunque el peligro no exista por ser imaginario, el miedo, por el contrario, sí puede ser muy real”. Y creo que esta es la parte mas importante de la definición: el miedo no distingue de situación real o imaginada. Para la sensación o emoción, el peligro se percibe como verdadero de allí que, el miedo aniquila de tal manera que hace que nos paralicemos. Dejo de ser yo, pierdo referentes, quedo a merced de un caballo desbocado que me puede llevar a cualquier lugar. En términos psicológicos, podría decirse que el miedo transporta a momentos psicóticos, donde pierdo las dimensiones de la realidad para sumergirme en imaginarios de posibilidades. Allí todo puede suceder: mi loca imaginación gobernando mi vida.

Por eso el miedo es tan peligroso y… atractivo. Con miedo, se enloquece una comunidad y se la lleva a comportamientos insospechados. El miedo es un estado de indefensión donde estas fuera de ti. Totalmente vulnerable, hacen contigo lo que quieran. Una persona que te infunde miedo puede ser tan peligrosa como un abusador sexual. El abusador “usa” tu cuerpo para dañarte, el que infunde miedo usa tu mente para enloquecerte. Cualquier individuo que intente asustarte, teóricamente, es un individuo de la peor condición. Ningún propósito justifica demoler la seguridad de una persona. Hoy estamos invadidos de terroristas emocionales que inundan las redes generando miedo porque así te doblegan y hacen que cumplas sus deseos, eliminando los tuyos. Cada persona que transmita mensajes supuestos de miedo es un cómplice que abusa de su poder frente a ti y te quiere sometido y arrodillado. 

Por eso, esos mensajes dizque “por el bien tuyo o del país” donde te inyectan hasta la médula situaciones imaginarias inexistentes, así las hagan a nombre de Dios, créeme son depredadores, gente que desea esclavizarte del deseo del otro, que necesita que pierdas tu conciencia para terminar convertido en un borrego. La respuesta del miedo es autónoma, es decir, no la activamos voluntariamente de forma consciente. Estamos totalmente paniquiados y la reacción puede fluctuar entre huir, atacar, doblegarse o congelarse. Es impactante la imagen de un ser humano aterrorizado. ¡Es demoledora!

¿Y si es toda una sociedad? Estos terroristas morales, depredadores de salud mental, tienen una responsabilidad social tan grande como el abusador sexual. Ojalá pudieras entender que los miedos que promueven son supuestos, imaginarios y destructores porque no son reales, no tienen tiempo y se pueden prolongar indefinidamente. El miedo se pega a las entrañas y no permite ningún razonamiento equilibrado. Promover el miedo, debería incluirse en los delitos más atroces de la humanidad porque es congelar la vida, negar la opción de ser un humano y someterte a la voluntad de otros. Promotores del miedo, nueva saga de traficantes emocionales.

Gloria H. @GloriaHrevolturas

Imagen de Diana Cibotari en Pixabay 

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